Pau!

BEARN

Pau, antigua ciudad real a los pies de los Pirineos.

Pau representa un diálogo a tres bandas entre la historia de la realeza, un enclave excepcional y los Pirineos. En 1553 adquirió definitivamente su condición de ciudad real al nacer de Enrique IV en su castillo.

Tómate tu tiempo, practica el arte de pasear por las callejuelas del centro de la ciudad o por las 750 hectáreas de espacios verdes con alto contenido de clorofila. El castillo de Pau se alza frente a los Pirineos y al pico de Midi d’Ossau. Domina la villa sobre un promontorio rocoso que se asoma sobre el gave (¡donde también se pueden hacer paseos en kayak!)

La visita al castillo te remontará a la Edad Media para conocer después a Henri IV, primer rey de Francia y de Navarra y recorrer diversos siglos hasta nuestros días. Alrededor de sus muros, a lo largo Bulevar de los Pirineos y más allá, paseamos por el siglo XIX, época en la que la ciudad se convirtió en un destino de vacaciones gracias a la presencia frecuente de aristócratas ingleses.

Conocida por su clima excepcional, Pau se convirtió en el siglo XIX en un popular destino de vacaciones para los visitantes extranjeros durante el invierno. Su estilo de vida mundano cambió el aspecto de la ciudad, que creó un verdadero balcón sobre los Pirineos al transformar su bulevar en un paseo. El paisaje único que conforma este panorama está protegido desde 1944 con el nombre de Horizons Palois. Hoy en día, este estilo de vida único queda patente en su centro histórico, sus parques y sus jardines.

Una gastronomía deliciosa

En Pau es más que recomendable degustar los embutidos y quesos de la zona acompañados del famoso vino de Jurançon, que se le dio a probar al rey Enrique IV el día de su bautizo. Durante el mes de diciembre, para celebrar el nacimiento de este monarca, los restaurantes de la zona sirven su plato más tradicional “La Poule au Pot”, un guiso de gallina para chuparse los dedos.