Olite Zona media!

NAVARRA

Vestigios del esplendor del antiguo Reyno de Navarra

Ahí donde se podía disfrutar de más días soleados, en la localidad de Olite, Carlos III el Noble mandó construir el imponente Palacio Real, junto a la iglesia de Santa María. Este palacio fue su residencia durante años, posicionando la villa en un lugar destacado dentro de su Reino y Europa. Hoy en día puede visitarse y desde sus torreones divisar la ciudad medieval que lo rodea y las llanuras propias de un paisaje de transición de la Tierra Media de Navarra.

Pero Olite es más que su palacio. Esta pequeña ciudad, de poco más de 3.000 habitantes, es un entramado de robustas casonas solariegas con imponentes blasones en las fachadas, murallas romanas, arcadas góticas y bonitas iglesias.

Y si te puede la curiosidad por ver cómo era Olite en pleno medioevo, estás de suerte porque no es un imposible visitándola el fin de semana de agosto en que se celebran la Fiestas Medievales cuando la ciudad se transforma y se llena de figuras como mercaderes, artesanos, titiriteros, trovadoras, clérigos, arqueras, halconeros y malabaristas.

No sólo la cuna del vino de Navarra

Sin duda es la capital navarra del vino.  No en vano en ella se ubica el Consejo Regulador Denominación de Origen Navarra y el Museo del Vino además de varias bodegas que elaboran este producto de distintas denominaciones de origen de variedades como tintas (tempranillo, cabernet sauvignon, merlot, garnacha y graciano) o blancas (viura, chardonnay y moscatel de grano menudo).

Esta apreciada bebida puede ser el acompañamiento perfecto de platos típicos de la cocina navarra como el ajoarriero con caracoles o el cordero al chilindrón, o incluso los dulces como las rosquillas. Pero estas tierras ofrecen también verduras y caza como la liebre.

Olite: qué ver

Imagine una ciudad de calles empedradas, mansiones nobles, galerías medievales y espléndidas iglesias. Imagine a sus gentes charlando, a los comerciantes anunciando sus productos y a los agricultores trabajando en los campos y viñedos más allá de las murallas.

Imagine un hermoso castillo dominando el pueblo. Con impresionantes torres, lujosas habitaciones y los más exuberantes jardines que se puedan cultivar.

Y ahora deje de imaginar, porque lo que le hemos contado no es un espejismo. Es un lugar muy real, y está en la Zona Media de Navarra.

Se llama Olite y su castillo, el Palacio Real.

Y aquí te vamos a dar toda la información que necesitas para venir a visitarlo y disfrutar de uno de los castillos más bonitos de España.

Breve historia de Olite

Erigido por Carlos III el noble, entre los siglos XIV y XV, el Castillo de Olite se convirtió en la sede principal de la monarquía navarra y en el lugar de residencia de sus reyes, ya admirado en aquella época en toda Europa gracias tanto a su castillo como a su gestión del territorio y de la economía general.

Resulta irónico que su diseño estuviera influenciado por el estilo francés, ya que fue durante la Guerra de la Independencia española, cuando uno de los generales españoles tuvo que reducirlo prácticamente a cenizas para evitar que actuara como fortificación francesa, ganando un punto estratégico clave para luchar contra los propios españoles.

No fue hasta principios del siglo XX cuando se convocó un concurso para la reconstrucción del Castillo de Olite con el fin de recuperar su estado más magnífico, conservando así una obra universal de vital importancia para entender la historia medieval española.

La ciudad de Olite

Al igual que su castillo, Olite se encuentra en el centro neurálgico de Navarra, ese punto medio perfecto entre Euskadi y 42 km al sur de Pamplona. Siendo sede real durante la Edad Media, este palacio acogió a diferentes reyes, reinas y princesas que fueron los nobles por excelencia de estas tierras durante esos años del siglo XIII al XV.

Declarado monumento nacional en 1925, y posteriormente Patrimonio de la Humanidad, Olite es el ejemplo más claro de arquitectura gótica civil de Navarra y uno de los más notables e importantes de Europa.

Si nos adentramos en sus calles, nos abrazan enormes casas de piedra con el escudo de la villa junto a bellos aleros de madera. Junto a galerías e iglesias medievales a la altura de su castillo, Olite se remonta a la época del Imperio Romano, ya que su muralla original fue construida por ellos incluso antes de la invención del calendario moderno.

En el ámbito gastronómico, Olite está considerada como una de las capitales del vino del Estado español, produciendo, gracias a su clima mediterráneo, un producto de excelente calidad reconocido a nivel nacional y venerado a nivel europeo.

Para resaltar su carácter medieval, cada mes de agosto se celebra en Olite una fiesta medieval que atrae a gente de todo el país gracias a que el pueblo se viste con trajes de época y crea una escenografía.

Todo ello se combina con el arte y los actores para simular que se ha cogido una máquina del tiempo y se ha vuelto a un pasado en el que la Baja Edad Media iba a dar paso al Renacimiento.

Un escenario lleno de magia: El Castillo de Olite

El Castillo de Olite parece el decorado de una película de Ridley Scott pero sin presupuesto para arte, ya que se incorpora de serie para nuestro deleite.

El castillo está dividido en una serie de secciones destacadas que comentamos a continuación:

Sala de excavación

La primera visita es a la sala de excavación, un lugar que nos hará sentir como si fuéramos Indiana Jones explorando las verdaderas ruinas de lo que fue el Castillo de Olite original. Allí se podrá ver y tocar todo lo que en su día fue la maravilla de Europa y donde se produjeron tantos acontecimientos político-monárquicos a costa de una importante pero frágil economía.

Cuando se descubrieron estas ruinas, los arqueólogos realizaron los estudios pertinentes y, tras realizar varias catas, encontraron varios soportes del castillo original como un pilar, una columna y parte de la muralla.

Esto permitió sentar las bases de lo que sería la reconstrucción casi total de la obra original, que, aunque todavía es algo especulativo, para disfrutar de un castillo medieval que podemos visitar y perdernos entre su paisaje, lo que no deja de ser una ventaja que nadie cambiaría por una ruina vista desde lejos.

los aposentos de los reyes

Aunque está restaurado, Olite te hace seguir el recorrido subiendo por las torres o atalayas del edificio, que antes era de un solo sentido, aunque la gente sube y baja, y el espacio de maniobra es, digamos, algo limitado.

Una vez superada tan estrecha contienda, se abren ante nosotros los aposentos de los reyes en la torre principal, marcando el centro neurálgico del renovado Castillo de Olite y el punto de partida para explorar arbitrariamente el resto del monumento.

Si bien puedes decidir continuar la visita en el interior de esta belleza arquitectónica, te recomendamos que hagas una pequeña pausa para contemplar desde los balcones reales un paisaje de horizontes imposibles que aparecerá ante ti.

Eso le dará la oportunidad de apreciar la belleza de las tierras navarras, cuya geografía le llevará a un viaje forjado por siglos de historia con la capital, Pamplona, en la distancia y difuminada por los rocíos naturales que surgen de los campos de cultivo.

Las cuatro torres

La Torre de los cuatro vientos, la Torre del Aljibe y la Torre de las tres coronas constituyen el triunvirato definitivo del Castillo de Olite, ya que estas maravillas representan uno de los principales motivos para visitar este lugar.

Estas torres ponen aún más de relieve lo esencial que es conservar la memoria histórica de una cultura, sea cual sea, para poder mantenerla para las generaciones futuras, enseñándoles el respeto y la veneración por los que nos precedieron.